Dra. Rosabel Maza

13. Sepamos más de la posmodernidad – Lyotard

Por: Rosabel Maza

¿Qué es la posmodernidad?

Comentaremos el artículo de Jean Francois Lyotard sobre el tema.

Lyotard empieza describiendo el “relajamiento” que acusa el momento en el que nos encontramos. Relajamiento que impone un cambio de rumbo, una parada a la experimentación para proponer un ruta segura. Hace alusión al surgimiento de una nueva subjetividad, como al restablecimiento del anclaje del lenguaje en la actualidad, tal como Habermas propone. Está de acuerdo con él al analizar las causas del fracaso de la modernidad, entre ellas, a la fragmentación en especialidades independientes abandonadas a la estrecha competencia de expertos, mientras que el individuo vive desublimado y la forma se encuentra desestructurada.

Sigue un recorrido por Albrecht Wellmer, quien estima que el remedio contra la parcelación de la cultura y su separación de la vida, se da por el cambio que no se expresa en los juicio de gusto, sino que se explora una situación histórica de vida. La experiencia de vida está distanciada de la crítica estética y los esquemas cognoscitivos y las experiencias normativas se encuentran en diferentes momentos, todo esto se aleja de una coherencia crucial por resolver .  Está de acuerdo con Habermas en exigir a las artes y a la experiencia a que tiendan un puente por encima “del abismo que separa el discurso del conocimiento del discurso de le ética y la política, abriendo  así un camino hacia la unida de la experiencia”.

Es muy cierto que este proyecto prevé una integración o unidad sociocultural en la que la vida cotidiana y el pensamiento son un todo orgánico. Busca efectivamente que los lenguajes, el conocimiento, la ética, la política se integren en una síntesis afectiva.  Este deseo parte de una visión de la modernidad como fragmentada y decadente en que las metateorías no lograron sostener a la modernidad. La modernidad, no es solamente fuente de sabiduría, ruptura con lo religioso o desarrollo de un pensamiento crítico y científicio, sino también, es dominio, poder, negación del otro. Dussel[1] analiza el tema de la Modernidad  como   problema de un continente que tiene como dificultad la posibilidad de desarrollar  la plena realización de la modernidad como  propone Habermas . Ni feudales ni posmodernos, los latinoamericanos somos periféricos y nos construimos como realidad a partir del análisis de esa conciencia de asimetrías discursivas y  pragmáticas que se derivan de las praxis eurocéntricas presentes en los mismos orígenes de nuestras sucesivas dominaciones. Ambos, subrayan la disputa entre diversos discursos de emancipación, que a mi parecer, suenan más como perturbadores, inconsistentes, que orgánicos.

Es cierto que la idea de progreso en la historia no tiene características de un pensamiento racional. Sin embargo, el arte sí tiene una estructura orgánica, o por lo menos un deseo de unidad, de identidad, de seguridad, o de popularidad, subraya Lyotard. En éste, se empieza por liquidar la herencia de las vanguardias, como una respuesta crítica para lograr una superación. Se considera más seguro suprimirlas que atacarlas. Sin embargo, cuando analizamos el capitalismo, nos damos cuenta que tiene el poder de desrealizar los objetos habituales, los papeles de la vida social, las instituciones, las representaciones y la realidad, está evocada en forma nostálgica más relacionada al sufrimiento que a la satisfacción. Aparece que lo mecánico y lo industrial reemplazó  lo manual y al oficio, pero en el arte, la expresión de la individualidad, catastróficamente, se sirve de una capacidad artesanal de élite. ¿Qué está sucediendo? ¿Acaso los medios nos están engañando y seduciendo , alejándonos a ser verdaderos? Lyotard considera que hay un conformismo masivo, que nos condenan a no gozar de credibilidad, y finalmente a perder toda garantía de realidad de identidad.

La mass-mediática se intoxica y lo bello está distorsionándose. ¿Acaso su carácter indefinido  no lo hace irracional? El realismo se aleja de la realidad, y es aquí donde aparece un reclamo, ya que deja poco claro su localización. Para Lyotard, se establece entre el academicismo y el Kitsch. Ya el poder se llama partido, el realismo triunfa sobre la vanguardia, y todo lo bueno se difunde en un público que lo desea como una medicación para  la depresión y la angustia. Nuevamente regresa Lyotard a la sensación de unificación, una búsqueda de unidad ante la imposición de criterios a-priori que vulgarizan el arte.

Introduce la solución antimoderna, el poder llamado “capital”. Un poder que se adapta a las necesidades. También el realismo se acomoda a las tendencias, igual que el capital. Todo ello se deja seducir por el poder de compra, es decir, se vende al mejor postor y se dejó de lado, tanto en el arte y la literatura, aquello que el arte significa, belleza, talento. La política cultura se guía por el relajamiento inicial, por un qué –más-da que es el realismo del dinero a falta de criterios estéticos. Es lamentable pero real. Es la desacralización y la pérdida de horizonte.

El postmodernismo renuncia al intento de búsqueda de una salida racional a las principales contradicciones de la humanidad. Niega todo intento de construir y desarrollar un discurso universal. Se oculta en mini relatos y detrás de la suprema dispersión y la abstracción. En este momento, Lyotard agrega un símil entre lo sublime y la vanguardia. Explica cómo al interpretación sociologizante e historizante, es decir unilateral, sigue dando explicaciones recortadas.  Para aspirar a una lectura más real, sugiere que la realidad, sea sometida y atestiguada por un consenso sobre conocimientos y compromisos. De aquí nacerán la ciencia y el capitalismo. La modernidad, subraya, no se da jamás sin la ruptura de la creencia sin el descubrimiento de lo poco de realidad que tiene la realidad, descubrimiento asociado a la invención de otras realidades.

Esta expresión se acerca a lo que Nietzsche llama nihilismo, aunque anteriormente Kant desarrolla lo sublime, como un a afección fuerte y equívoca que conlleva placer y pena. Me llama la atención su acercamiento a explicaciones Freudianas sobre neurosis o masoquismo. Parece ser que Lyotard vale de herramientas psicológicas para entender los conflictos entre las facultades de un sujeto, ya que estamos hablando de la facultad de concebir y de presentar un cosa.

Este conocimiento, como enunciado es inteligible , tanto como la belleza se noto cuando hay un sentimiento de placer, independiente de cualquier interés.  Es más bien en el campo de lo sublime , donde se puede dar a lo sumo, una idea estética. Lo sublime funge sólo a manera de signo, símbolo, pues no se puede presentar pruebas racionales de ello.  Por la misma razón, la idea de que la revolución cambia o trae aparejado progreso y novedad, es un producto estético, simbólico y sublime pero no racional. El gusto representa un placer no determinado, un acuerdo no regulado que da lugar a un juicio kantiano, la reflexividad. Entonces, este indeterminismo, esta imposibilidad de no poder representar lo que en un principio se intentó, y por ende, se fracasa es lo impresentable.

Entonces, moderno, es el arte donde  el presentar significa revisar qué  hay de impresentable. Hacer ver que hay algo que se puede concebir y que no se puede ver ni hacer ver. Diderot introduce esta técnica en la que reconoce la gran dificultad de su visualización. Es un acto individual. Kant, paralelamente, hace una abstracción vacía de la imaginación en búsqueda de una presentación de lo infinito. Cabe señalar, que  esta abstracción es la transmisión de otro impresentable, es decir su presentación negativa.

No me cabe duda que la transmisión y la interpretación de lo indescifrable tenga tales dificultades. Sin embargo, esta es la esencia de lo imaginable y también de lo inimaginable, para que pueda llegar a ser sublime.  Luego, pensarlo como un acto de sublimación, nos lleva a pensarlo como la realización de un deseo. Aunque introducirlo como desrealización, nos conduce a una desublimación represiva caracterizada por la vanguardia. Lyotard hace la salvedad de rescatar diferencias entre lo sublime de Kant, con lo sublime de Freud y la estética. Lo sublime de Freud, conlleva a transformación de impulsos agresivos o sexuales en un ámbito saludable, enriquecedor y adaptativo. Las manifestaciones de las pulsiones pueden tener distintos destinos pulsionales. Freud subraya el papel fundamental que desempeña el dominio de la cultura. Explica que la sublimación es un movimiento de ascenso o elevación. En esta dialéctica, es una mirada hacia atravesar un umbral , incluso de transgredir, aunque lo ve como una mutación admirable en el que el cuerpo sublimado conserva sus propiedades intactas, y apunta a liberar al cuerpo de sus partes heterogéneas. Esta [2]acepción suele ser presentada como una mirada que desvía lo impresentable y lo adapta socialmente.

La tesis central de la que parte Lyotard al describir a la posmodernidad, es entenderla no como el fin del modernismo, sino como su estado naciente y constante. Acepta que la modernidad se mueve en la retirada de lo real y de acuerdo con la relación sublime de lo presentable con lo concebible. Esto nos sitúa en una sensación impotente al distanciar al sujeto de una presencia más cercana, en la impotencia de poder concebirse al humano en su inhumanidad, ya que no es asunto del entendimiento que la sensibilidad o la imaginación se pongan de acuerdo con aquello que  él concibe. Esas nuevas reglas impuestas, han creado una sensación de nostalgia y melancolía de lo esencial. De aquellos artistas que sus obras surgen de la estética y de lo sublime. ¿Cómo rescatar los juegos del lenguaje y la gama de recursos narrativos, estilísticos, en los que se mantenga una unidad? Lamentablemente, la experimentación posmoderna impide que lo impresentable sea alegado.

Nos situamos en una condición postmoderna en la que existe un pluralismo irreductible de los juegos del lenguaje y que el saber posee un carácter irreductiblemente local. Esto brinda una despedida al universalismo y a la concepción totalizante. No son las denominaciones sino que se inscriben en una comunidad en cuyo contexto y con sus reglas las palabras cobran significado. Fuera de ella ninguna palabra tiene sentido. Lyotard , junto con Wittgenstein demuestran el carácter objetivo, fuera del sujeto, de las palabras y la dependencia del significado de los juegos del lenguaje, de las reglas intrínsecas a dicho juego.

La diferencia estética moderna trae una diferencia también planteada desde la paralogía. Esta no debe entenderse como innovación, sino como una jugada. La paralogía busca discontinuidades, inestabilidades, instituye nuevos juegos de lenguaje, de la estética, desordena y desestabiliza las formas viejas. Es decir, carece de reglas, igual a los grandes relatos que ya no son un recurso o una alternativa válida. La alternativa posmodernista de Lyotard trabaja sobre el pequeño relato, que se circunscribe al tratamiento de eventos aislados y fragmentados. Su propuesta es honesta. La posmodernidad avanza y los episodios son difíciles de integrarlos, quizá Lyotard toma comprensiones unitarias de los hechos y a su vez los totaliza. La historia, conformada por todo lo que la circunscribe, es una sumatoria de hechos y una sucesión de interminables episodios que van uniéndose en un hilo conductor.

El nuevo saber se funda en mini relatos, se funda en inestabilidades y opera por la paralogía. Por lo tanto, tiene validez local y se legitima en su momento. Las reglas de juego constituyen un nuevo lenguaje, y las reglas son adoptadas por acuerdos locales. Es una aproximación honesta de una lectura de la posmodernidad que tiene características antitotalizantes. A pesar que el mundo en que vivimos es una totalidad, está compuesto por muchas partes que no tienen sentido fuera de sus propios sistemas. Concuerdo con la propuesta de Lyotard, ya que la realidad es un conjunto diálectico estructurado. El conocimiento de la realidad es complejo y a más reductibilidad propongamos en su análisis, más nos acercaremos a la esencia y a la comprensión de las contradicciones partes de la posmodernidad.

BIBLIOGRAFÍA

Habermas, Jürgen (1999). Teoría y Praxis, Editorial Atalaya, Madrid.

Habermas, Jürgen (1987). La Acción Comunicativa. Tomo I.Editorial Taurus. Madrid.

Habermas, Jürgen (1995). Modernidad y postmodernidad. Alianza Editorial, Madrid


[1] En :  http://hum.unne.edu.ar/academica/departamentos/letras/catedras/espaniol2/Donato-Freire-Dussel.doc 30 nov 08

[2] En: Kaufmann,P 1996 . Elementos para un enciclopeida del psicoanálisis. Editorial Paidós. Bs. As. Pg 453

Rosabel M. Maza / Lima, Perú
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