Dra. Rosabel Maza

7. La violencia de la interpretación

Por: Rosabel Maza

La violencia de la interpretación

 Mi acercamiento hacia la interpretación me llevaban a tratar de entender la incógnita de cómo colocar palabras a un contenido emocional inconsciente, y  cómo ellas, desde un exterior podían descifrar ‘aquello’ que sucedía en un ‘interior’.

 Entiendo por interpretación  el <poner palabras> desde una escucha, y hacer evidente aquello que para el otro no es evidente. Entonces, ¿qué herramientas hacen esta escucha capaz de hacer evidente lo no evidente? Y ¿qué omisiones o sustituciones hacen capaz  llegar a interpretaciones -silvestres- que lleven a la no evidencia de lo evidente? Probablemente, la ausencia de una estructura lógica hará del discurso interpretativo discutible, cuestionable y carente de todo poder de certeza.

 A partir de ello, busco entender cómo la traducción de sentimientos, emociones, psique, -lo primario-, debe cuidar llegar a restituir el sentido original. Quizá, la definición que Castoriadis-Aulagnier (1975) hace de la interpretación nos permite entender el uso de una construcción que permita una escucha más sensible y atenta del mensaje.

 La interpretación en sí, plantea dificultades en su fundamentación ya que existen diversas variantes y posibilidades de análisis. Desde el punto de vista epistemológico, en la interpretación psicoanalítica se superponen tres fenómenos que coexisten al mismo tiempo. El primero, es la relación con el tipo de conocimiento que la interpretación ofrece. Haciendo de la interpretación una teoría en miniatura acerca de lo que hay detrás de un fenómeno manifiesto.(vertiente gnoseológica).

 El segundo, es un fenómeno semiótico, o significaciones, donde es esencial la captación de significados  del  material, que la interpretación atiende.  El último, es instrumental, terapéutico; aquí la interpretación en psicoanálisis es una acción donde el analista intenta producir una modificación o efecto en el paciente. Etchegoyen(1988).

En el fenómeno de la instrumentalización de la interpretación, se incluye un elemento extrínseco al sujeto analizado, que intenta descifrar un texto. Lo importante es que en esta <lectura> no se utilice un sentido metafórico, -la metáfora es un tropo polisemántico por excelencia y gran proveedor de interpretaciones. (Kaufmann).  Sin embargo, es imposible que exista una interpretación omnipresente y omnivalente, que asegure la transparencia del material (Ferenczi).

 No obstante, Levy (1963), rechaza la idea que la interpretación sea un medio para el descubrimiento de la verdad o que es significativo concebirla en términos de profundidad, insight o inconsciente. A pesar de ello, se puede considerar a la interpretación como una construcción que intenta agotar todos los significantes  interpretativos.

 Agrega Castoriadis-Aulagnier (1975) que las elaboraciones psíquicas que se proponen a nuestra escucha son sumamente complejas. Donde el Yo[Je]-discurso, o sujeto-saber es el punto de partida del yo(analista) que ejerce y piensa su función. Así también postula que existe un <antes> que nos obliga a intentar resolver la paradoja que consiste en pensar basándonos en nuestra relación con el saber. Aquí vemos, cómo, la psique adquiere el manejo del lenguaje, por ello, es vital privilegiar a la interpretación como una construcción que relaciona el proceso psíquico con el saber, y que atañe a la relación del Yo con el registro de la significación.

 Ella parte del concepto de lo <imaginario> como un modo de representación de un pictograma, que utiliza la -imagen de la cosa corporal- relacionándola con la -imagen de la palabra-. Con ello como supuesto, me lleva a pensar que  la interpretación correcta es lograr captar la imagen de la cosa con la imagen de la palabra. Esto sucedería cuando ambos están claros para el que lo vivencia, habiendo una dependencia estructural entre ambas nociones. Sin embargo, ¿qué sucede cuando la cosa ignora a la palabra o viceversa?: las reglas de correspondencia que se efectúan en una interpretación violentarían dicha interpretación!

 Más bien, concentrémonos en encontrar qué reglas de correspondencia se efectúan en una interpretación y hacen que se correlacione lo visible con lo que no es, lo manifiesto con lo latente (Klimovsky,1988)

 En la medida que todo acto, toda vivencia, da lugar, conjuntamente a un pictograma, a una puesta en escena, y a una <puesta en sentido>, el sujeto podrá  tener un registro o huella mnémica. El analista podrá entrever algunos de sus efectos e intentará construir un modelo conocible para el Yo, donde la puesta en escena que parte de los procesos primarios, se traduzca en el campo de los procesos secundarios, hecho a través de un trabajo de puesta en sentido, originado en la instancia llamada Yo.  La <violencia> sería  ejercida en nombre de un <saber supuesto>, sin que halla un trabajo de metabolización, donde se represente al objeto sin ser idéntico a la  representación.  Donde la identidad estructural  no esté garantizada por la inmutabilidad del esquema relacional.

 Esto explica la inevitable <violencia> que el discurso teórico impone al objeto psique, cuando se ve en la necesidad de disociar los efectos de este encuentro. Aquel que puede analizar sólo en forma sucesiva, en un movimiento de vaivén  entre los espacios en los que surgen tales efectos y sea capaz de reconocer la concordancia exhaustiva entre el discurso analítico y el objeto psique será capaz de hallar un encuentro entre la psique y el mundo.  Aunque esto parezca una ilusión a la que debemos renunciar, según Castoriadis-Aulagnier, es necesario que el Yo sea capaz de construir representaciones ideícas que acomoden su propia estructura y vuelva inteligible para la lógica del discurso,  esos <objetos> psíquicos.

 Esta doble función, tanto del Yo, como del exterior(analista) muestra una paradoja estructural. Todo lo anteriormente formulado me lleva a  una reflexión que Arcila (1993, hace en III Congreso Peruano de Psicoanálisis donde dice: “La interpretación no vuelve exterior a lo interior, sino que nos muestra lo interior tras la superficie sin que deje propiamente de ser interior. La interpretación no hace manifiesto lo que está latente, sino que nos muestra lo latente en su latencia tras lo manifiesto que está manifiesto. La interpretación es el conocimiento de lo interior como tal. Esta paradoja trata de mostrar que hay un entendimiento de lo interior como interior y no exterior, no haciéndolo exterior sino interpretándolo”.

 Considero que esta definición intenta descifrar este difícil proceso de traducción. Hacer objetivo lo subjetivo o subjetivar lo que se intenta hacer objetivo, nos entrega una responsabilidad, como personas parte de este proceso, en el que nuestra capacidad de integración, la capacidad de metabolizar el contenido, y dar <sentido> sin violentar, es grande. El solo saberlo me inunda de un gran compromiso, no sin aceptar lo vulnerable que puede ser el buscar la omnivalencia (- inexistente).

 Bibliografía

  1. Castoriadis Aulagnier, P. 1975. La violencia de la interpretación. Del pictograma al enunciado. Buenos Aires: Amorrortu, 1977.
  2. Coderch, J.1995. La Interpretación en Psicoanálisis. Barcelona, Editorial.Herder.
  3. Echegoyen. H. 1988 Los fundamentos de la técnica psicoanalítica Aspectos epistemológicos de la interpretación analítica. Bs.As. Amorrortu.
  4. Klimovsky, 1988 Aspectos epistemológicos de la Teoría Psicoanalítica En :
  5. Echegoyen,. H. 1988 Los fundamentos de la técnica psicoanalítica . Bs.As.
  6. Amorrortu.
  7. Levy León, H. 1971 , La interpretación psicoanalítica , México. Fondo de cultura económica

Rosabel M. Maza / Lima, Perú
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