Dra. Rosabel Maza

5. La identidad a partir de Charles Taylor

Por: Rosabel Maza

La identidad a partir de Charles Taylor

 

¿Quiénes somos? La identidad a partir de Charles Taylor

“Para estar capacitado para responder por sí mismo uno ha de saber dónde se encuentra y a qué quiere responder. Y por eso naturalmente nos inclinamos a hablar de nuestra orientación fundamental en términos de quiénes somos. Perder esa orientación, o no haberla encontrado, equivale a no saber quién se es. Y esa orientación, una vez conseguida, define el lugar desde el que respondes, es decir, tu identidad.” Trabajaremos cuáles son los vínculos que Charles Taylor establece entre la identidad, los horizontes y el sentido del bien. Intentaremos también precisar en qué sentido su posición se distingue claramente de la postura individualista.

La filosofía de Charles Taylor nos ayuda a revisar la identidad moderna y e identificar la simplificación que se ha hecho en relación con el individualismo, al acercar al hombre a un liberalismo, que lo aleja de las tradiciones y así, pierde su posición.

En nuestra cultura, la definición de nuestra identidad supone en una medida considerable nuestras propias opiniones, puntos de vista y actitudes. Sin embargo, nuestra identidad, queda definida siempre en dialogo, con las identidades que nuestros otros significativos quieren reconocer en nosotros. Sería desgarrador, dice Taylor, suprimir de nuestra identidad, lo que entendemos por ella, a través de quién somos y de dónde venimos.
Esta lectura dialógica, nos lleva tener en cuenta ciertas exigencias inherentes al ideal de autenticidad , además de mostrar formas egocéntricas o narcisistas de la cultura contemporánea. Es decir, formas que nos alejan de nuestros lazos, o formas que exigen más allá de los deseos o aspiraciones humanas, o destruyen las condiciones para realizar la autenticidad misma.

Al no saber qué buscar, y no saber qué temerle, el hombre está expuesto a una crisis de identidad. La autorrealización y la pérdida de convicciones compartidas, hacen que la vida se restrinja a la satisfacción de su propio yo, eludiendo compromisos y no trascendiendo más allá de sí mismos.

Las políticas liberales e individualistas, han acercado a las personas a una libertad desarraigada. Weber , habla de la creciente burocratización de las sociedades modernas, en las que la razón instrumental, las acerca a una pérdida de sentido y de libertad de los individuos. Ya no existen convicciones compartidas que orientan a la acción y estructuración de las identidades de las sociedades tradicionales. Todo lo contrario, se ha desencadenado a una progresiva utilización de la razón al servicio de la subjetividad.

Taylor, comparte la idea que estas construcciones desarraigan al hombre, llevan a un individualismo liberal, que es la forma como se inviste el pensamiento, la cultura y nuestra sociedad actual. Construcciones en las que la racionalidad ha corrompido los ideales que intentaba impulsar, llegando a degradar al mismo individuo.

Sin embargo, las cosas adquieren importancia cuando se realiza un debate que lo sustenta. Es decir cuando se acerca a la inteligibilidad. A esto, Taylor lo llama horizonte. Nosotros nos definimos significativamente a través de los horizontes, si queremos acentuar la legitimidad de nuestra elección entre varias opciones, no debemos de privarnos de su significación. Esto nos acerca a la idea del bien. Ahora, toda elección u opción es valiosa, sin embargo, para llegar al sentido del bien, no nos vamos a valer de un relativismo débil.

Es más, la autenticidad, no la podemos defender con formas que hagan destruir los horizontes de significación, dice Taylor. Aquí, insiste que “la autenticidad se funda realmente en la libertad autodeterminada, y depende de la comprensión de que, independientemente de mi voluntad, existe algo noble, valeroso y por tanto significativo en la configuración de mi propia vida “ Es decir, Taylor, intenta darle un lugar a la libertad individual dentro de una libertad colectiva, buscando un nexo ineludible entre el bien individual y el bien común. Aquí, la comunidad tiene que cobijar al hombre y al desarrollo de su libertad.

Si bien Taylor, afirma que cada persona debe perseguir su propia concepción del bien, sin restringir sus acciones, salvo en el caso que dañe a otros. Este enfoque, centra al hombre , en un espacio don de el “bien individual”, pude mirar hacia otro tipo de bien: el “bien común”.

De esta manera, vemos cómo los argumentos relativos al bien, pueden ser afectados por cierto escepticismo, si es que la autenticidad o individualidad personal se aleja de una concepción equitativa del bien dentro de la sociedad. Tiene que haber un consenso. No debería favorecer la visión de autenticidad a aquellos que reciben respaldo de otros, es decir, ha de existir en un horizonte de cuestiones importantes. Nuevamente, Taylor, explica cómo las formas de la cultura contemporánea que se concentran en la autorrealización por oposición a las exigencias de la sociedad, se cierran a la historia y a los lazos de solidaridad.

En este punto, si revisamos la esencia de la identidad y la comunidad, los modos de pensamiento son de tipo “atomista”, en el que el sentido común, es irreflexivo, donde los individiuos tiene inclinaciones, planes de vida y objetivos alejados del bien común. Ya no hay espacio para sociedades unidas, sentido de patriotismo, donde la dimensión pública de las libertades, no es un espacio de realización ni de plenitud. La idea del bien, no es un destino compartido.

El bien, como central en una democracia participativa, es una idea aristotélica, en la que la tradición recalca a la participación humanista participativa como ideal del ciudadano. Si dentro de las opciones del individuo, impera el subjetivismo, éste se aleja de la ideal moral . Ya que lo que me convierte en individuo valioso no es mi autenticidad de “tener una vida mejor o superior”, lejos “lo que debería desear” como un ideal moral cercano a la ética Aristotélica o Kantiana.

Taylor plantea que mis o nuestros asuntos, tanto en el plano del lenguaje como en el de los bienes, no debería ser una coordinación de acciones de diferentes individuos, sino una acción común. Este espacio público permite que el nosotros sobredimensione la intimidad a un fenómeno dialógico , en tanto que acerca al lenguaje , como a los bienes, mío y tuyo, a un lenguaje o bien de-nosotros. Se esta manera, Taylor hace una relación intrínseca relacional entre la identidad personal y el bien, y sobre la individualidad y la moral.

El considera que el yo se desarrolla relacionado al bien. Y está situado por tanto, en la moral. Hace pues, una distinción entre lo que es correcto hacer sobre lo que es bueno ser. Es decir, que se trata de tener un sentido de lo que hace que nuestras vidas sean significativas, y éstas se relacionan a cómo el yo, puede discriminar entre lo correcto y lo errado, lo mejor y lo peor, separado de nuestros deseos u opciones.

Esta pulsión, se alejaría del individualismo perteneciente a la modernidad filosófica. Donde la dialéctica de lo positivo y lo negativo, busca lo mejor y no solo lo bueno. Taylor habla de la recuperación de las fuentes de la moral. Critica a la civilización moderna que ha permitido a las personas que elijan sus propias reglas de vida, y decidan qué decisiones adoptan , sin tener control. Considera que este ideal de la individualidad necesita vindicarse con identidades colectivas y que se eviten rupturas o desvinculaciones. No nos podemos seguir aislando. La Identidad no se construye a solas. El Razonar y razonar sobretodo moralmente, se construye en un diálogo con alguien, es una práctica social no individual. Taylor pide que se conserven aún símbolos, rituales, normas, instituciones, tales como familiares, políticas, religiosas, y valores, etc., sin los cuales la vida humana carece realmente de significación.

Lo que falta, es una teleología que le permita al hombre mirar más allá de sí mismo, que lo aleje de la racionalidad instrumental como una protección defensiva que lo aleja del mundo y lo desencanta de todo aquellos fines o ideales por los que vale la pena vivir.

Rosabel M. Maza / Lima, Perú
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