Dra. Rosabel Maza

8. Contradicciones culturales del capitalismo – Daniel Bell

Por: Rosabel Maza

Pensando acerca de las contradicciones culturales del capitalismo

A propósito del artículo de Daniel Bell sobre Las contradicciones culturales del capitalismo.

Daniel  Bell analiza la relación entre la estructura socioeconómica de una civilización y su cultura. Considera que el hombre es el creador que construye la realidad. Así, en el arte, la idea de cambio y novedad superan las dimensiones del cambio real, lo atribuye a un componente dinámico. La sociedad ha permitido más que aceptar pasivamente las innovaciones: ha proporcionado un mercado que toma lo nuevo, por encima a todas las viejas formas. Así, nuestra cultura tiene una misión sin precedentes: una búsqueda oficial e incesante de una nueva sensibilidad. Esto me lleva a pensar que pareciera que todo se alejara de los principios éticos trascendentales, ya que éstos deberían trascender en un reconocimiento subjetivo más allá del contexto social y de sensibilidades , más allá de opiniones subjetivas o de tradiciones comunitarias occidentales , sino más bien instalarse de una manera objetiva y clara.

Esta visión de cambio, sin embargo, domina la economía y la tecnología modernas, a pesar que los cambios están limitados por los recursos disponibles y los costos financieros. En la política, la innovación se presenta, no sólo por las estructuras institucionales, sino también por la tradición. Vemos una anarquía en este sentido de focus operandis. Esta descentralización de áreas, que pareciera que trabajaran en la misma dirección, sólo aspiran a descentrar al individuo de interesarse en afirmar un discurso ético que lo sostenga ante tanta innovación.

La tradición por lo nuevo permite liberarse de trabas, destruir géneros e inclusive explorar  experiencias y sensaciones. Se manifiesta  transformando el pensamiento y la acción de la masa cultural.  Bell considera que de esta exaltación de lo nuevo, ha surgido la ideología, que  institucionaliza la primacía de la cultura en los campos de las costumbres, la moral y también en la política.

Crelier (2007) en la Etica en la encrucijada, reconoce el esfuerzo de Strawson en buscar las condiciones de  un conocimiento de particulares objetivos. Pide una capacidad de identificación, que construya una condición necesaria para la inclusión de particulares en nuestra ontología. Es decir, debemos no sólo ser capaces, dice, de identificar particulares objetivos, sino también poder volver a identificarlos. Habla de la identidad a un sistema conceptual, en la que los comunes no existan sino más bien, plantear una identidad a un sistema. Esto lamentablemente, escapa de suceder. La aparición de innumerables identidades que no pertenecen a una cultura es lo más resaltante en estos momentos.

Aunque aparece un diferente juego de la cultura, como proceso continuo de identidad por medio de una coherencia estética, de una concepción moral del yo y por último, estilo de vida, vemos que esta unidad incluso ha tomado sentido dentro de la cultura burguesa y de la estructura social burguesa dentro del orden y del trabajo.Bell considera a la cultura como ideología refleja una subestructura y que deja de ser autónoma ya que siempre está ligada la economía y  al mercado. Esto acentúa el pensamiento de Weber, quien  considera que el pensamiento, conducta y estrato social están integrados altamente en las ciencias, economía, derecho y cultura, donde son predominantemente  racionalistas  incluso los modos artísticos. Considera que la cultura occidental está caracterizada por  la eliminación de la magia y por un desencantamiento del mundo por este racionalismo.

Lamentablemente, el principio económico (eficiencia, racionalidad funcional y organización de producción) hacen promiscuo este escenario cultural. Estas características, heredadas del siglo XIX, chocan violentamente con la cultura. Los valores burgueses son generados por el sistema económico capitalista. Esto podría entenderse si nos ponemos a analizar la manera cómo los individuos interpretan este escenario.  Existe una dicotomía entre cómo pensamos que es el mundo y cómo realmente es. Hay una distancia entre los argumentos dados y los criterios de realidad. Así como del compromiso que cada cual tiene con esta divergencia.

Bell explica que aparece una pugna para que los individuos sean identificados, ya sea por sus gustos culturales o por sus estilos de vida. El artista aparece dominando la escena cultural, al público y al mercado en vez de ser moldeado por ellos. Esto es una liberación y permite una disociación entre la ubicación social  el estilo cultural. Ackerman, citado por Bell, opina que el experto ahora, es el formador profesional de la opinión. Imagino que todo esto produce una mirada escéptica a la realidad, donde no se puede integrar, donde la verdad no depende de su verificación, sino más bien de una singularidad o subjetividad, generando mucha confusión y dudas.  Stroud, citado por Crelier, señala que el escéptico podría sostener que ni siquiera tiene sentido el hablar, porque los objetos no son siquiera percibidos. Este juego, trae consigo una serie de idealizaciones y contradicciones que repito, no dan a la experiencia, un argumento trascendental efectivo, tal como Kant pide como cualquier experiencia posible.

La cultura antagónica surge como respuesta que domina el orden cultural. La victoria no es entonces del experto, sino de la cultura misma, como subversiva. Hay una clase cultural más numerosa, aunque no  una cultura propia intelectualmente respetable. Se carece de grandes figuras. Los protagonistas la cultura antagónica influyen hasta dominan los establecimientos culturales de la actualidad. Este proceso histórico tiene raíces en el pasado. En 1950 se dio un conservadurismo político así como un desconcierto  cultural. Esto hizo que halla un distanciamiento del yo con la sociedad, debido a una gran desilusión.

El Modernismo trae el esfuerzo por recuperar un estilo y sensibilidad aunque no se da un esfuerzo unificador. Lo moderno, no es. Es decir, ya se parte de una negativa inclusiva, citando a Howe : “Hay una nueva sintaxis del arte de ser contemplativo a ser abrumador. La racionalidad de las apariencias, ocultan la irracionalidad de las subestructuras de la realidad. Es el reconocimiento del yo y la nada, como manera de enfrentar el mundo.  El individuo aparece único con aspiraciones propias, con desmedidas expectativas frente a la cultura. Esta imagen de hybris desmedida, con una libertad concebida como perfecta.”  Presumiblemente las principales causas de esta búsqueda incierta, se dé por la difusión de los sinsentidos del modernismo, tanto como del postmodernismos; como a los grandes temores e incertidumbre que abriga la tecnología y su descontrol, tanto en los avances de las ciencias que llegan a ser tanáticas como al descontrol de sus propios manipuladores, líderes y grandes grupos poderosos cuyos thelos están provistos de unas hybris que comparten imposiciones no éticas en sus manejo por avanzar y contaminar. Lamentablemente, todo pareciera estar dicotomizado. Los científicos buscan verdades, mientras que los tecnólogos idean artefactos, incluso dañinos. Esta ambivalencia en las ciencias, ha degenenerado incluso cuestiones éticas a nivel genética.

Todo lo anterior dicotomiza y ahonda las  diferencias en Occidente. Aparece la tensión entre  racionalidad y lo no racional. La voluntad y el instinto son sustituidas por religión o moralidad siendo éstas justificación de la estética de vida.  Esto desorienta al yo quien se enfrenta a la búsqueda de sus propias raíces.  Continuamos con una evolución  que sigue justificando lo estético por lo instintivo. Se entiende que sólo el placer y el impulso son reales ya que afirman la vida. Lo demás es muerte. Tenemos una sociedad, lamentablemente orientada hacia lo tanático. Pareciera haber un distanciamiento entre lo estético el sentido de vida, los placeres y la inmediatez del hybris deteriora todo aquello que toca.

Lo estético y lo cultural se transmiten a través de diferentes expresiones. Suele olvidarse que la palabra es pulsión. La pulsión, para poder acceder a la psique, debe enviar delegados que hablen en el lenguaje de ésta. La representación, sea en su forma originaria, el pictograma[1], o como representación-cosa, o representación-palabra, es una delegada de la pulsión. El otro delegado de la pulsión, y que acompaña a la representación, es el afecto. Después de lo anteriormente dicho, pareciera que existiera una dicotomía entre la palabra y la representación de los afectos. Las fuentes y los orígenes de las pulsiones, ya sea eróticas o tanáticas, se dan en el cuerpo, en el otro y los encuentros entre las personas. Los choques de cantidades, llámeseles excitaciones, impactarán en la psique y harán su labor en la transformación de afectos y deseos. (Castoriadis llama a esta capacidad imaginación radical[2]).  Y  lo que Freud señala como el pasaje del quantum de energía a cualidad psíquica, en el Proyecto[3].

El posmodernismo despliega sus impulsos a través del arte. Lo antiburgués triunfa  y desaparece la vanguardia. El posmodernismo es el advenimiento de o nuevo. Aparece el camino para las revoluciones sociales, no se da la diferencia ente el arte y la vida. Es la quiebra de la ética provocada por cambios de la estructura social y cultural que resquebrajaron la  sociedad. Aparece nuevamente el sentimiento de desaliento y el desafío que la ética protestante rescate este descalabro. Ante esto, Bell sostiene que la quiebra del sistema valorativo burgués provocado por el mismo capitalismo necesita un regreso a una estructura ética que contenga la libertad sexual, la exacerbación de la liberación masiva, el consumo desorbitado, las trasgresiones, el  hedonismo que reemplaza la esencia  lo inmediato sin postergar impulso. Se busca reestructurar esta estética de la abundancia  y proponer otros elementos vinculantes con el protestantismo.

Sostengo que la disolución los lazos sociales se ha hecho habitual. Y como consecuencia, tal como Freud señala, que cuando se pierden los lazos con los semejantes, el pánico se apodera de los integrantes del colectivo social. Esto ocurre porque se empieza a reintroyectar lo mortífero de cada relación con objetos distintos. La escisión que existe entre individuo y sociedad no-cohesionada, lleva al otro a dejar de ocupar un lugar en la vida anímica. Esto ocurre porque en la sensación de incontención de libido, la pulsión de muerte aparece. El tánatos se proyecta en la sociedad, como modo de evitar la autodestrucción. Todo es difícil de entender sin una contención. La propuesta de Bell es interesante aunque siento que es optimista. Considero que  habrá que seguir pensando sobre cómo Eros pueda separarse de la cuota Tanática, quizá la ética protestante es una solución, quizá un profundo entendimiento del ser humano con estos dos vértices antagónicos es otra, quizá hay que seguir escuchando y estableciendo diálogos que busquen debates interdisciplinarios. Sólo creo que sí es imprescindible no clausurar el debate, sino seguir pensando, proponiendo y seguir creando hermenéutica.

Rosabel M. Maza / Lima, Perú
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