Dra. Rosabel Maza

47. ¿Es la moral innata? Una mirada interdisciplinaria

Por: Rosabel Maza

La pregunta: La intención de Prinz en este ensayo es buscar evidencia que estamos naturalmente dispuestos a hacer juicios morales, basándose en emociones morales. La hipótesis de que la moralidad es innata no es simplemente la hipótesis de que estamos naturalmente dispuestos a comportarnos de maneras loables moralmente. La buena conducta innata puede ser utilizada como prueba de un sentido moral innato, pero, como veremos, la evidencia está lejos de ser decisiva[1].

 

El vínculo entre la moralidad y la naturaleza humana ha sido un tema en debate desde siempre, incrementándose con el auge de la psicología moral empírica moderna. Eticistas evolucionistas, etólogos, psicólogos del desarrollo, neurólogos sociales y algunos antropólogos culturales están de acuerdo en que la moral es una parte del programa biológico[2]. Esto los ha conminado a buscar módulos morales en el cerebro, estando tentados a especular sobre la existencia de un  dispositivo de adquisición de moral así como una facultad innata para la adquisición moral similar al  dispositivo de adquisición del lenguaje Chomskiano[3]. Prinz considera que esto nos haría una especie más noble, aunque también es una idea seductora y optimista, sin negar que la moral sea universal.  Prinz  parte en decir que la evidencia no es convincente, señala que la moral depende de tener particulares predisposiciones biológicas, sin tener que ser nominadas como una “facultad moral”.  Considera que la moralidad es un sub-producto accidental o inventado de las facultades que evolucionaron para otros fines, siendo incluso más versátil que el programa del innatismo que puede sobrevalorar la decencia humana y desestimar su potencial.

El autor analiza el concepto de moral. Las normas morales tratan de normas sentimentales: suscritas por diversos sentimientos. Las normas morales se basan en la emoción moral[4] -enfoque que tiene varios seguidores- y, por moralistas británicos quienes promueven que éstas se basan en la aprobación y desaprobación. Cuando la acción es correcta, aprobamos; y, cuando está mal, desaprobamos, debiendo tener en cuenta condiciones de pleno conocimiento y libertad de prejuicios. Esto clasifica las emociones morales en dos: emociones de alabanza moral (gratitud, aprecio y  rectitud) y las emociones de culpa moral (emociones dirigidas como la ira, el desprecio, asco, resentimiento e indignación; y, emociones auto-dirigidas como la culpa y vergüenza).

Para considerar una norma moral, uno debe tener un sentimiento moral que nos disponga a sentir una emoción auto-dirigida de culpa, y además, una emoción de culpa dirigida hacia los otros. Es decir, las emociones deben estar dirigidas hacia terceros[5] en caso de ser norma moral y, para madurar los juicios morales, es necesario que sean reforzados por meta-emociones.[6]

Prinz ofrece evidencia pero finalmente no llega a apoyar adecuadamente la afirmación de que las normas morales son normas sentimentales. Se pone ejemplos de cómo los psicólogos han demostrado que juicios morales pueden ser alterados mediante la obtención de emociones; muestra que los déficits emocionales resultan en ceguera moral. Los psicópatas sufren un de un déficit profundo en emociones negativas, incluyendo entendiendo emociones morales.  Su moral no puede formar juicios morales porque carecen de las emociones en el que los fallos normalmente dependen[7]. Agrega diciendo que pareciera que hay un vínculo conceptual entre emociones y los juicios morales. Alguien que puede estar completamente convencido que una acción podría maximizar su alegría, puede aún creer que esta acción no es moralmente buena. Alguien que cree que la acción podría llevar a una contradicción práctica cuando es universalizable no necesariamente cree que esa acción es moralmente mala. Llega Prinz a dejar la pregunta abierta si aquello que condenamos emocionalmente es realmente equivocado, pero para ella no es una pregunta abierta si el  condenar emocionalmente constituye una actitud moral.

 

El autor analiza sobre lo innato.  Lo considera un problema filosófico espinoso, aunque defendible. Para él, algunos rasgos innatos son muy rígidos, relativamente impermeables a cambios. Muchos comportamientos de los insectos son así ya que operan con programas que no cambian. Algunos rasgos innatos tienen una serie de manifestaciones sensibles al medio ambiente, como el  pez napoleón cabeza azul que cambia de sexo cuando el líder macho muere. Acota que si Chomsky tendría razón, la facultad del lenguaje humano contendría normas napoléonicas, como el pez, que se llaman parámetros. Algunos rasgos innatos permiten una flexibilidad mayor, como el aprendizaje del canto de los pájaros.  En contraste, hay rasgos que parecen ser sub-productos de otras capacidades, como el caso de palomas que tocan pianos de juguete y pulgas que tiran bolas. Estos dos modelos de rasgos no son innatos: se refieren a aprendizaje general y de uso.  Si la moralidad fuera como los ejemplos anteriores, se esperaría que la adquisición normal de moral no pueda ser explicada por el papel de mecanismos de aprendizaje no morales.

Ahora, intenta contestar la pregunta si la moral es innata.   Se interroga acerca de reglas universales. Para sustentar el nativismo moral propone normas morales universales que se encuentren en todas las culturas, así se podría explicar que esas reglas son innatas. Prinz considera nos enfrentamos a riesgos al discutir la universalidad de lo innato ya que algunos universales no son innatos. Afirma que los recursos cognitivos dan las mismas soluciones de los problemas que todos los seres humanos enfrentan. Luego, considera que algunos rasgos universales se basan biológicamente, pero no con un dominio específico. Los sonidos utilizados en el lenguaje hablado son innatos, así como  nuestra capacidad para hacerlos y percibirlos, aunque sostiene que estas capacidades evolucionaron gracias al lenguaje.

Prinz considera que un nativista moral debe mostrar (1) que hay universales morales, (2) que no hay explicaciones plausibles no nativistas de ellos, y (3) que hay una maquinaria innata específica para el dominio de la moral. Para él, va a ser difícil de establecer.[8]

Pasa a desarrollar algunas normas morales universales: la prohibición general contra daño. Algunos innatistas lo consideran un  componente básico de la moralidad humana (Turiel, 2002; Blair 1995).  Se pregunta si existe una prohibición universal contra el daño, concluye que el daño tolerado es tan común como su prohibición, incluso se dan variaciones culturales, citando a subculturas que no se ponen de acuerdo sobre la pena capital, castigos o si  los deportes violentos son lícitos. Argumenta casos en los que la violencia ha sido parte de civilizaciones, aprobada en algunas, tanto como prácticas indulgentes en el caso del canibalismo en los aztecas. (Harris, 1986). Nomina a la brutalidad como común en sociedades industriales a gran escala (Schmitt, 2005).  Incluso, refiere que la mayoría de  culturas la prohíben como condición previa para la estabilidad social.  Induce que la evitación del daño ni siquiera es un impulso universal, y mucho menos un imperativo moral universal. Lo justifica a través de un aprendizaje vicario, el sentir una innata predisposición a oponerse al daño, aunque no es una predisposición moral. Los nativistas podrían replicar que el estrés vicario promueve comportamiento pro-social y al ser gregariamente innatos[9], socializamos, hacemos vínculos y valoramos compañía, dice Prinz. Sin embargo, no es una disposición moral, aunque podría tener consecuencias para la moral. El cuidado entre los seres humanos promueve la formación de normas que prohíben el daño, esta inhibición o  prohibición biológicamente programada contra daño, pero podemos racionalizar que la  violencia puede tener rentabilidad positiva. Para el autor, esto bloquea cualquier inferencia  hacia normas pan culturales hacia el daño ya que se pueden explicar sin innatismo.

Pasa a desarrollar sobre otro moral universal: compartir y reciprocidad. Insiste en que es casi universal, pero reconoce variaciones significativas a través de  fronteras culturales. Hay culturas que el compartir es muy raro, en el este de Bolivia, las personas se pelean por comida, incluso llegando a esconderla dentro de sus vaginas la comida.  (Edgerton, 1992, pg 13, citado por Prinz).  Utiliza un estudio hecho por antropólogos[10] donde evaluaron diferencias interculturales en quince pequeñas sociedades. Los resultados mostraron a jugadores de “ultimátum” dispuestos  a ceder el 45% del dinero recibido a menos de perderlo todo. Los Machiguengas del Perú ofrecían un 26% a 15%.  Estos hallazgos sugieren que no hay una regla fija biológica que nos impulsa a compartir. Para Prinz, el compartir tiene explicaciones culturales, ya que dentro ella las personas han obtenido el recurso del valor, y éste tiene fuertes incentivos porque el compartir es una especie de póliza de seguro, sugiere que la cultura genera reciprocidad y,  ésta promueve la cooperación. Si la generosidad fuera determinada genéticamente,  los genes generosos morirían,  mientras que si fueran inculcados culturalmente, sería más fácil que un grupo cultural tenga la misma probabilidad de corresponder. Para él, los genes no hacen auto-sacrificios, la cultura sí. [11]

 

Prinz evalúa otra norma moral supuestamente universal: el tabú del incesto. Para él este universal tiene una explicación genética: la endogamia puede producir la propagación de  rasgos recesivos nocivos, por lo que estas familias desaparecerían.  Los genes que promueven el comportamiento exógamo tienen una ventaja biológica. La evidencia muestra  variaciones culturales masivas. El incesto está restringido en algunas culturas para la familia inmediata, en otros el sexo con familiares o parientes es igualmente tabú. En el oeste judeo-cristiano, el sexo con el primer primo es repugnante; con el segundo, permisible. La Iglesia Medieval prohibió el matrimonio con primos hasta siete grados. Afirma que en muchas culturas contemporáneas, el matrimonio entre primos es altamente recomendable. Da el ejemplo donde el  57% de las parejas pakistaníes son primos hermanos[12] Los Zoroastrianos impulsan todas forma de incesto inmediato dentro de las familias. Hauser y col. replican que raras excepciones o casos exóticos -no son útiles para refutar la hipótesis de que una regla particular es innata. Prinz replica que las excepciones muestran que estas normas pueden ser anuladas por la cultura. Para él podría ser la evitación filogenética más antigua como una tendencia innata para evitar el incesto, pero no  una regla moral innata.

Hasta acá, Prinz sostiene que no ha demostrado que no hayan normas universales morales, sino que muchas de ellas, no son innatas, no universales y, por ende, no morales.

Reflexiona acerca de los dominios universales. Argumenta  la variabilidad de los preceptos morales, aunque considera que las categorías morales generales son universales; por analogía al lenguaje, dice que no se encuentra aún una lingüística universal a nivel de las palabras, pero sí  universales a nivel de categorías sintácticas. Nos encontramos en un nivel que Hauser y colaboradores llaman  “nativismo templado”[13]. Este enfoque muestra que tenemos varios dominios morales innatos, que determinan situaciones que son susceptibles de moralización. Estos dominios contienen esquemas de reglas morales, cuyas variables son ocupadas por la cultura. Pone el ejemplo: ante la regla innata [No dañar x, a menos que p], la cultura determina el alcance del cuantificador (familia, vecinos, todas las personas, las vacas, los fetos, etc.) y las excepciones (derechos de iniciación,  venganza, disuasión, deportes.)

Pasa a introducir la postura de Haidt y Joseph (2004), quienes encuentran que algunos dominios morales se mencionan con más frecuencia que otros al clasificar reglas morales: sufrimiento, jerarquía, reciprocidad y pureza. Ellos consideran que cada dominio corresponde a un módulo mental innato y que están regulados por una familia diferente de emociones. Estos dominios son universales pero la cultura determina las normas específicas de contenido en cada caso.  Asevera que los dominios morales no nos proporcionan una moral universal, sino un menú universal de categorías de conceptualización moral.

La teoría de dominios morales innatos nos desvía de la idea de tener reglas morales innatas, aunque es una forma de nativismo moral. Pasa a preguntar si: ¿Los dominios morales son universales? ¿Pueden ser adquiridos? ¿Son esencialmente morales? Para contestar la primera pregunta se remite a Haidt y Joseph, quienes admiten que los dominios morales se destacan en mayor o menor medida en las diferentes culturas, es decir, afecta la forma en que interpretamos la transgresión moral. Ejemplo: violación (culturas occidental y oriental). Es decir, estos cuatro dominios universales  no juegan el mismo papel en todas las culturas.

Pasa a analizar sobre el aprendizaje, y, se pregunta: ¿Son necesariamente innatos? ¿Existe una explicación alternativa de cómo surgen? Propone que los dominios están asociados con diferentes emociones, así estaríamos innatamente dotados de simpatía, de respeto, de ira, de asco. Estas emociones innatas podrían ser suficiente explicación para entender el surgimiento de dominios morales sobre el desarrollo. Da el ejemplo de pureza. Paralelo a ello, considera que la sociedad puede influenciar en moralizar ciertas conductas en sus miembros, estando esta categoría relacionada a la extensión para aprender una emoción. Al aproximarse la universalidad y el aprendizaje concluye que, los cuatro dominios que Haidt y Joseph postulan, no pueden ser esencialmente morales, pueden ser derivados de emociones que han evolucionado para algo más que el juicio moral.  Prinz considera que pueden ser subproductos de emociones básicas.

La réplica nativista consideraría que sólo existe un único dominio de las normas morales, distinguiéndolas en morales y no morales. Prinz considera que lo único universal  es la brecha entre las normas morales y no morales, aunque el contenido de lo moral puede variar, y, que lo único universal es la moralidad en sí misma.  Sugiere que la  psicología moral humana tiene que centrarse en las reglas aprendidas culturalmente para tener una ganancia en cualquier  forma de conducción en nuestras vidas.[14]. Pasa a decir  que al tener todas las culturas normas morales, es una premisa de existencia de una facultad moral innata, aunque muy flexible. Turiel y col [15] sostienen que en todas las culturas, la gente distingue entre las normas y reglas convencionales..  Las reglas morales tienen tres características: son más graves que las convencionales, se justifican apelando a  efectos nocivos sobre la víctima y, son considerados como objetivamente verdaderos,  independientemente de lo que cualquiera crea acerca de ellas. Ejemplo: patear un extraño / vestir pijamas para trabajar. Smetana (1995) y Turiel (1998) citados por Prinz sugieren que el aprendizaje puede desempeñar un papel importante en el fomento de la sensibilidad hacia esta distinción, pero la distinción misma es no es aprendida. El aprendizaje despierta una comprensión innata del dominio moral.

 

De lo anteriormente mencionado, Prinz explica que  las reglas son universales si: las transgresiones son serias, intrínsecamente nocivas e, independientes de la autoridad. Como por ejemplo, cultivar nuestros talentos, no comer carne podrida, etc.  A partir de esto, Prinz sospecha que lo moral y lo convencional tienen dimensiones diferentes. Para él, las convenciones culturales determinan el alcance de las prohibiciones de daño. Incluso podemos  hacer daño a normas que son aleatorias a la autoridad. (Ejemplo: moralmente malo cicatrizar rostro de un niño con una piedra en alguna cultura, pero moralmente aceptable en otras culturas).  Análogamente, las reglas que parecen ser aparentemente convencionales tienen una dimensión moral[16]. El mismo acto puede considerarse como una violación moral o como una violación convencional en función de cómo se describe. De aquí sugiere que las dimensiones morales de las normas se construyen culturalmente y, que no pueden desechar la distinción entre dimensiones absolutas y culturalmente relativas, propone que las  diferencias son de carácter psicológico y, que están fundamentadas en los sentimientos morales. (reforzadas por emociones de auto-culparse o culpar a terceros)[17]. Ejemplo: no culpamos a los occidentales por llevar los zapatos en casa cuando están en occidente. Cuando decimos que algo es moralmente malo, como faltar el respeto de  los demás, nos referimos a la disposición de culpar a alguien por comportarse de una manera que puede ser en sí misma un valor inculcado en otra cultura.

Todo lo anterior apoya a la postura nativista quienes podrían decir que todas las culturas tienen reglas que se basan en sentimientos morales.  Rescata a los autores Haidt y Joseph, sugiriendo que las reglas morales surgen como sub-productos de emociones no morales, aunque esto no confirma el dominio moral innato. Prinz propone que en todas las culturas, las personas se han dado cuenta que el comportamiento puede ser moldeado por respuestas emocionales condicionadas. Este es el caso de cuando los padres castigan a sus hijos, esto fomenta las asociaciones entre el comportamiento y las emociones negativas, dando un paso en la aparición de las reglas morales. Concluye que ni la penalización o su correlación a emociones condicionadas pueden ayudar a explicar la existencia de un módulo moral. Aunque el castigo podría ayudar a explicar el por qué existen reglas bien fundamentales  en  todas las culturas.

Modularidad. Sugiere a los innatistas que busquen  pruebas de módulos morales en el cerebro ya que se presume que las facultades innatas son funcionales (para procesar información específica de un dominio en particular, existen módulos encapsulados sin información de otros módulos. (Fodor, 1983)[18] y  anatómicas (ubicadas dentro de circuitos del cerebro), equivalente a la facultad del lenguaje. Procesamos el idioma mediante reglas y representaciones implementadas en regiones específicas del cerebro, vulnerables a los déficits selectivos. La modularidad funcional proporciona cierto apoyo nativista, porque las capacidades adquiridas son recursos cognitivos generales que hacen uso de reglas y representaciones disponibles para los dominios de otro tipo de problema.

Si tenemos un módulo dedicado a razonar sobre los intercambios sociales, Prinz cuestiona por qué existen problemas de razonamiento condicional al presentarse condicionales fuera del dominio moral. Pone el caso de detección de tramposos aunque hay otras tareas de razonamiento estructuralmente análoga, en la que fallamos y lo justifica a un sistema de razonamiento modular diferente puesto que uno es una regularidad y otro es una regla. Cuando uno viola una regla, se provocan emociones, mientras que al violar una regularidad no.  Uno puede fallar en normas prudenciales pero ser bueno en normas morales, esto evidenciaría un módulo moral; como también desempeñarse bien en ambas condiciones, sugiriendo una capacidad de uso general para el razonamiento acerca de las reglas, en lugar de un módulo para el área moral, aunque también podría decirse que hay un módulo para normas prudenciales y otra para morales.

Prinz  considera a los psicópatas como profundamente deteriorados en la competencia moral ya que no distinguen entre las normas convencionales y  morales (Blair, 19956 ), ya que tienen un déficit selectivo en la competencia mora asociado con alteraciones en el sistema nervioso central, reducción de células de la corteza frontal y la amígdala . Esto podría sugerir un módulo moral en el cerebro.

Su respuesta a este argumento es que los psicópatas no tienen un déficit selectivo. Tienen profundas deficiencias en todas las emociones negativas. Este es un síntoma de diagnóstico de la psicopatía, son menos susceptibles que los controles a condicionamiento del miedo normal[19], han disminuido la potenciación de sobresalto[20] , pequeña depresión[21] y las dificultades para el reconocimiento de expresiones faciales y tristeza, la ira y el disgusto[22] . Sin emociones negativas, los psicópatas no pueden pasar por el tipo de proceso de condicionamiento que nos permite construir reglas morales de las emociones básicas. Concluye que la psicopatía no es un déficit moral, sino un déficit emocional con consecuencias morales.

Detalla una investigación basada en la neuro imágenes con un individuo sano participando en percepciones morales.,[23] Se identificaron circuitos morales en el cerebro mediante la comparación de respuestas neuronales a imágenes con escenas morales y  respuestas neuronales a imágenes desagradables que carecen de significación moral. (Fotos de agresiones físicas, niños abandonados, y guerra / no moral: Lesiones corporales, animales peligrosos y productos para el cuerpo) Moll y col. determinan que las fotografías morales provocan una mayor activación en la corteza orbitofrontal y la circunvolución frontal medial, jugando un rol fundamental en las evaluaciones morales. Prinz considera la interpretación de Moll injustificada, ya que las estructuras cerebrales están implicadas en muchas tareas de cognición social, y no especialmente en las valoraciones morales.

Pobreza de estímulos. El mejor argumento para innatismo en lingüística es: niños en edad n tienen norma lingüística R, los niños en edad n no han estado expuestos a suficientes datos lingüísticos para seleccionar la regla R en las demás normas que utilizan las capacidades de dominio general de aprendizaje, por lo tanto, el espacio de posibles reglas de las que seleccione debe ser innata limitados por la capacidad de aprendizaje de dominio específico. Dwyer (1999) ha sido el defensor más enérgico y elocuente de la lengua analogía / moralidad. Además de Mikhail, 2000 y Hauser et al. Dwyer se centra en la distinción moral / convencional,  confirma que los niños entre dos y tres comienzan a mostrar sensibilidad a esta distinción aún no determinada instrucción explícita, tomando esto como prueba de la capacidad innata. Prinz considera que puede adquirirse sin capacidad moral innata.

Prinz cree que las normas morales y convencionales se asocian con diferentes patrones de razonamiento. Los niños están  expuestos a diferentes estilos de razonamiento de padres y educadores morales, y probablemente imitan e interiorizan éstos. Hay amplia evidencia en que los padres tienen acercamientos disciplinarios  de acuerdo con el tipo de regla que el niño viola. (Smetana, 1989, y Grusec y Goodnow , 1994 ). Cuando se dan violaciones de reglas morales, se aplica poder; mientras que hacia reglas convencionales, se busca razonamiento y orden social. Dwyer podría decir que los niños reciben suficiente información para saber cuáles de sus propias fechorías son transgresiones morales, pero no tienen suficiente información para generalizar a partir de aquellos que nunca han experimentado. Para demostrar que la moral es innata, dice Prinz, hay que buscar signos de sensibilidad moral en los individuos que no han tenido la formación moral. Ejemplo: Víctor 1799 y su sentido de la justicia bajo la supervisión del doctor Itard. Prinz argumenta que las ratas no tienen el sentido moral al reaccionar bajo condiciones de reforzamiento invertido radicalmente. Él asevera que Víctor no tenía competencia moral mayor que las ratas.

Fija Orden de desarrollo. Los nativistas lingüísticos argumentan que el lenguaje surgió de forma previsible. Los niños pasan por etapas similares de desarrollo lingüístico, y llegan a una competencia lingüística alrededor del mismo tiempo en un programa controlado endógenamente de maduración. Prinz recurrirá a Lawrence (,1984) para analizar si el desarrollo moral puede  darse de una manera predecible y un horario fijo. Kohlberg asume que estas etapas tienen una inflexibilidad ontogenético, y se dan en una secuencia fija. Las dos primeras etapas pre convencional [1.Los niños se comportan bien por miedo al castigo, 2. eligen comportamientos por el propio interés]. Luego etapas convencionales,  se vuelven sensibles a comportamientos esperados por la sociedad. [3. Los niños quieren ser bien vistos por los demás; 4. Preocupación por la ley, se inicia el orden y se eligen las acciones de acuerdo a las normas sociales y estabilidad social. ] Luego etapas pos convencional. [5. Personas realizan actos apelando a un contrato social; 6. Las personas alcanzar una conciencia  sobre la base de principio universal costumbres locales. ]

Kohlberg no argumenta que la moral se desarrolla a través de un proceso de maduración, no cree que sus etapas estén biológicamente programadas. Prinz cree que esta teoría es una teoría del razonamiento moral y no de  cómo nos formamos opiniones morales. El razonamiento moral es un proceso a posteriori que justifica opiniones morales adquiridas de manera no racional (Haidt , 2001. No se haya progresión lineal empírica confirmada, se puede saltar etapas o mover hacia atrás.)[24]. Incluso, la mayoría de los adultos sólo alcanzan de forma fiable la cuarta competencia. Él también argumenta que la variación intercultural se adquiere en tercera etapa y que la estimulación ambiental contribuye al desarrollo moral.

Precursores de animales. Los nativistas refieren que algunas especies pueden tener una versión rudimentaria de algún rasgo humano, surgido a través de la evolución biológica gradual, entre ellas, las capacidades de razonamientos perceptivos y asociativos[25], a través de mecanismos de aprendizaje específicos de dominio. De ahí que la psicología moral busque homólogos animales de rasgos morales humanos. Las ratas, palomas y monos[26] han demostrado tener conductas de angustia vicaria más que altruista, Prinz justifica que sería por mala adaptación. Blair (1995) citado en Prinz especifica que la angustia vicaria es una condición previa necesaria para el desarrollo de respuestas morales normales, pero no es en sí misma una actitud moral.

Prinz justifica los hallazgos de mecanismos psicológicos en animales de la teoría conductista de Skinner. Se pregunta si es que monos o simios tienen proto-moralidad, si se pueden considerar dignos de alabanza moral. Las abejas participan en comportamientos altruistas pero no significa que entienden bien y el mal. Un motivo moral es el deseo de hacer algo porque es la cosa correcta a hacer, una valoración moral es la creencia de que algo es moralmente bueno o moralmente malo[27]. Está de acuerdo en que las apreciaciones morales humanas pueden utilizar mecanismos psicológicos homólogos con los mecanismos que hacen a un mono responder negativamente cuando uno de su misma especie se niega a compartir, pero que nuestras predisposiciones biológicas a la reciprocidad son enriquecidos por las actitudes morales inculcadas cultural que promueven auto- culpa y preocupación de terceros.

 

¿De dónde provienen de la moral? Prinz examina que no hay evidencia sólida para una facultad moral innata, que se yerra al considerar algunos rasgos como innatos al manifestarse a través de las especies, considera que podría hallarse un patrón de maduración típico que se fija con las etapas de desarrollo, subraya la heterogeneidad y variabilidad intercultural. Sugiere que algunos rasgos innatos varían y son sensibles a inputs ambientales, que se pueden aprender estos dominios como el canto de los pájaros, acepta que hay cultivos morales en todas las sociedades como la religión  pero que no son innatos.

Prinz muestra estas capacidades como base de la moralidad. 1. Emociones no morales: emociones condicionales de la educación moral -remordimiento y culpa. 2. Meta- emociones: emociones acerca de las emociones, podemos sentirnos culpables por sentirnos culpable. Ejemplo: Posición frente a la homosexualidad, desaprobamos esa respuesta y sentimos culpa. 3. Tomar perspectiva ( teoría de la mente ), los seres humanos tienden a mostrar interés de terceros , nos imaginamos ser la víctima y la experiencia de ira en su nombre. 4. Preferencias no morales y disposiciones conductuales. Algunos comportamientos sociales innatos se prestan a la moralización como la reciprocidad y la evitación del incesto. No están innatamente suscritos. Estas tendencias comportamentales adquieren un carácter más moralista, importante identificar qué mecanismo de la mente lo desencadena[28].

Estos cuatro mecanismos psicológicos aparecen con presiones sociales. Prinz aduce que un alto coeficiente intelectual podría ser el último eslabón de la evolución y, al mismo tiempo, el mayor activo de un “vivo”, para mitigar el riesgo. Por ello, las culturas deben desarrollar sistemas de castigo e inculcar valores pro-sociales o tendrán que manejar la posibilidad de colapso de la estabilidad social. Los sistemas morales que heredamos de nuestras comunidades a menudo contienen normas que son vestigios de problemas que nuestros antepasados enfrentaron. La propuesta es explorar e investigar si la moral tiene un mecanismo acondicionado  que ha evolucionado para servir a otras funciones. Como la religión es un producto de los sistemas emocionales, la moral puede ser una solución a un problema de la coordinación social, sería mucho peor sin él. Reconoce que la moralidad es una herramienta muy flexible, algo que construimos, cambiamos, mejoramos y remodelamos nuestros sistemas morales para servir mejor a nuestras necesidades actuales y lograr un mayor grado de cohesión social.

Respuesta a Dwyer y Tiberius Prinz reconoce que a partir de los comentarios reflexivos de Dwyer y Tiberiuos puede clarificar su posición: darle a la competencia moral la posibilidad de ser un subproducto como la religión, el uso de herramientas y las artes.
Al decir que Dwyer  que Prinz levantó dudas en lugar de ofrecer razones positivas para pensar el  no nativismo, considera que es necesario demostrar que los datos son lo suficientemente ricos para permitir la adquisición de la competencia moral sin un mecanismo de aprendizaje de dominio específico.  Comparte con Tiberius la idea de acercar  la ética a la ciencia cognitiva y a filósofos que hagan meta-ética y ética normativa. Lo vital es el diálogo entre nativistas y no nativistas. Siendo este debate constructivo para ambos.
Se empobrecen los datos morales primarios? Dwyer considera que existe una facultad en términos de un conjunto de principios de dominio específico innatos que permiten a los seres humanos normales en desarrollo adquirir las reglas morales  y razonar acerca de la moralidad. J. Rawls, J. Mikhail, G. Harman, y M. Hauser lo comparan con la adquisición del lenguaje. Prinz subraya que  Dwyer considera que el juicio moral es impulsado por principios que operan por debajo del nivel de conciencia (comparados a la sintaxis), concurriendo a un  razonamiento fuera de la conciencia. A pesar de que no está convencido  que el razonamiento moral sea impulsado por principios inaccesibles a la conciencia, es plausible que nuestros juicios morales expresen valores morales básicos que tengan acceso consciente y que luego lleguemos a una deliberación consciente. Prinz replica que el razonamiento evaluativo se produce fuera de la consciencia.  Dwyer contestaría que muchos son incapaces de expresarse sobre razones de sus apreciaciones morales porque son inaccesibles a la conciencia. Ejemplo, el incesto. No hay argumentos para justificar sus valores básicos, sus justificaciones son post hoc.
Dwyer considera que ningún nativista serio se opondría a la contingencia cultural de las normas morales, incluso predecirían que nuestros principios morales innatos restringen el espacio de posibles reglas. Considera que el rango de las normas morales no tiene restricciones, a diferencia de lenguaje, la variación moral parece ser  abierta.  Ejemplo: crueldad de los romanos, la tortura recreativa de bebés pequeños. La réplica de Prinz sería que no hay necesidad de postular una facultad moral para explicar por qué los grupos no dañan al joven porque no sobrevivirían.

Otra conclusión a la que llega Dwyer es que el discurso moral de adultos y el comportamiento al que se exponen sus hijos no incluye información que se requeriría (fiabilidad robusta estadística, la instrucción explícita, los datos negativos) para adquirir competencia moral utilizando el mecanismo de aprendizaje que no son específicos para el dominio moral. La pobreza de los argumentos de estímulo parece difícil de adquirir, dada la información primaria. Para él, los niños no pueden aprender a distinguir las reglas morales y convencionales si no están equipados con una facultad moral innata. En este punto, Prinz considera que la evidencia empírica muestra que los padres imponen reglas morales y convencionales y esto puede ser cómo los niños adquieren la distinción.

Prinz es escéptico acerca de la distinción moral / convencional introducida por  Kohlberg; considera que algunas violaciones de reglas convencionales son más graves que violaciones hacia reglas morales. Ejemplo: Travestismo peor que tomar una aspirina del escritorio de un amigo. Incluso que algunas reglas morales no están justificadas al sufrimiento de los demás (como masturbarse). Los niños distinguen normas de daños y violaciones de las convenciones sociales afectivamente benignas y esto no se debe a una facultad moral innata[29]. Para Dwyer el reforzamiento de reglas convencionales es más suave que las morales[30], así como que las emociones a las reglas convencionales son más débiles que las que subyacen a normas morales.  Prinz acepta que no sólo los padres tratan a las normas morales y convencionales de manera diferente, sino que la forma en que ambas se hacen cumplir conduce a las diferencias operativas demostradas en estudios de desarrollo moral. Prinz dice que si los padres utilizan el mismo régimen para imponer una convención como norma, llevará una actitud moral hacia una norma de etiqueta.

Dwyer observa que los adultos tienen dificultades para distinguir entre las emociones como la ira, el asco y la decepción, no pudiendo esperar que los niños sean sensibles a esa sutil diferencia. Prinz considera que esta afirmación es empíricamente dudosa. La inducción de la empatía es común en el caso de las normas de daños, pero a menudo inaplicable en el caso de las normas convencionales[31] .

¿El  nativismo se justifica en la motivación y la justificación? Tiberius considera que la ética ha sido manejada por tradicionalistas y luego por filósofos de orientación empírica, él busca coherencia. Se pregunta si el nativismo es relevante para los debates contemporáneos en meta-ética. Aún no hay resultados plausibles que digan que los juicios morales son intrínsecamente motivados o justificados. Tiberius acepta que los juicios morales son intrínsecamente motivados, aunque el origen de la moral no decide la esencia de la moralidad.

Prinz piensa que el nativismo apoya indirectamente el internalismo ya que si los principios morales son innatos, serían inmutables o completamente reemplazados por la experiencia. Ambas posibilidades son debatibles, es imposible ser indiferente a esos principios y sólo los casos de psicopatología van contra esa naturaleza.

Plantea la siguiente pregunta: ¿Realmente estamos obligados a hacer lo que sentimos que estamos obligados a hacer[32]? ¿Es que existe una normatividad teleológica? ¿Por qué debo ser moral? ¿Por qué es mi naturaleza? Los no nativistas no pueden apelar a una normatividad teleológica, podrían permitir que algunas normas violen los aspectos de nuestra naturaleza humana no moral, pero no tienen espacio para normas que no son naturales, moralmente hablando.

En la ética aristotélica, la moral está ligada a las virtudes, son rasgos teleológicos como un colectivo que posee la naturaleza humana. Tenemos que pensar en las virtudes no como naturales sino como siendo naturalmente buenas.  Los no nativistas rechazan la idea de la bondad natural y desafío. Más bien afinan con Hume quien acuerda que algunas virtudes son artificiales, otras, virtudes naturales. El bien es a lo que tenemos aprobación, los demás no son objetos innatos de aprobación (benevolencia vs castidad femenina). Para Hume[33] algunas de nuestras actitudes morales son naturales, siendo las virtudes naturales son privilegiadas. Tiberius podría rechazar la idea de que cualquier valor natural es privilegiado.

Nietzsche sostiene que los valores cristianos son construidos culturalmente, nos pide que nos deshagamos de ellos. Para él los valores de la Roma tardía son más naturales porque son activos y no reactivos y, muestran la naturaleza humana en lugar de la historia cultural.

Prinz puntualiza que los teóricos de la ética tradicional han supuesto que algunos valores morales son más naturales que otros, considerados como privilegiados. Él está de acuerdo con Tiberius  al decir que un valor innato puede ser injustificado y que un valor aprendido puede estar justificado. Los nativistas pueden obtener algún provecho del hecho de que muchas capacidades innatas son adaptaciones, como rasgos seleccionados durante el tiempo evolutivo. Este argumento podría justificar que los valores morales innatos están justificados.

Las características de adaptación aumentan la aptitud y son prudencialmente racionales, entonces si lo moralmente innato es racional en un sentido la práctico y, si los principios morales son creaciones humanas y no son adaptaciones, no tienen inferencia probabilística de que un principio se construya socialmente para ser adaptativo. (Nietzche: debate innatista se debe a la selección natural o la invención humana). Prinz alega que no hay prueba que indique que  la moral es justificada o injustificada, promueve el debate.

Otro vínculo que analiza, es aquel entre lo innato y su justificación. Si hay principios morales innatos se debe a que son universales o casi universales, donde la cultura imparcialmente puede reformar o anularlos.  Ejemplo: dos culturas que viven en el mismo país, el uso de la moral innata como base para el sistema legal, los valores compartidos podrían ser verdad, y los otros en conflicto pueden pretender ser una base justa para la adjudicación  porque no están sesgados en contra de cualquiera grupo. La ausencia de sesgos es a menudo considerada como una especie de objetividad. Por el contrario, si los valores son construcciones sociales, pueden ser un terreno común imparcial, y la justificación moral sería potestativa.

Por último, el nativismo es una vista más deseable que el no-nativismo ya que nos proporciona un recurso para resolver ​​algunos debates morales, Prinz contrarresta esas ventajas al señalar que el no nativista puede implicar que la moralidad sea una herramienta que puede ser cambiada y mejorada de forma espectacular. Tiberius aborda este punto y afirma que una vez que nos volvemos al proyecto de mejora de la moral, necesitamos una base para la evaluación de lo que califica como una mejora. Tiberius considera a la psicología empírica como la mejor herramienta para guiar el proyecto. Prinz coincide que podría ser objeto de uso en la filosofía normativa.

Finalmente Prinz dice [34] que las cuestiones normativas son preguntas acerca de lo que valoramos, y la psicología puede ayudarnos a aclarar aquello que  valoramos, ya que a veces nuestros valores no son obvios , ni somos conscientes qué nos llevan al bienestar. Incluso, nos puede ayudar para hallar nuestras  inconsistencias ya que la gente tiene una doble moral -que apreciamos la dignidad humana y toleramos la brutalidad-.Otra forma es  observar  dónde nuestro razonamiento está influido por el factor moralmente insignificante – distancia geográfica que nos podría llevar a subestimar urgencias morales de asistir a las víctimas de catástrofes en el extranjero-. Además, identificar las diferencias entre las culturas nos ayudará en la creación de una agenda en el desarrollo compromisos valorativos que apoyen nuevas políticas o formas de gobierno que mejoren lo que tenemos, y que evalúen los cambios que conducirían a un mundo con nuevas políticas que invitarían la corrupción, la explotación y al colapso. Además, si queremos persuadir a aquellos con valores diferentes a los nuestros y entender los factores históricos que llevaron a su formación. No es que la psicología debe reemplazar a la filosofía moral tradicional, pero puede ser una parte integral a proyectos normativos. Tiberius y Prinz coinciden y dan la bienvenida en la ética a enfoques empíricos.

 

Comentario.-

Prinz sugiere que para dar una base teórica y viabilidad a la propuesta no naturalista de la ética, es necesario aflorar un trabajo interdisciplinario.  Si bien es exigente su propuesta, lleva a la psicología empírica a dar evidencias que fortalezcan el objetivo común del progreso cognoscitivo. Así, la ciencia y la reflexión filosófica de la mano, aportarán al naturalismo metodológico, interrogarán en el ámbito de la moral y bucarán explicaciones empíricas a análisis conceptuales.

Nuestra aproximación a los juicios morales debe incidir en un naturalismo metodológico que se sirva de hallazgos empíricos provenientes de las neurociencias, antropología, psicología y etología, complementando los métodos filosóficos no naturalistas, tales como el análisis conceptual para lograr una sistematización y corpus coherentes.  La intención es relacionar circuitos cerebrales específicos a componentes de la cognición social.

Las diferentes corrientes filosóficas han devenido ontogénicamente. Hume defiende que los juicios morales se derivan de las emociones; Kant que los requerimientos morales se derivan de un principio racional, el imperativo categórico. Hoy se busca afirmar si es que los juicios morales se constituyen en la emoción  o, son parte de un módulo moral innato integrado. S. Dwyer y A. Hauser  defienden la existencia de una facultad gramatical moral universal, donde los parámetros y principios racionales e innatos son base de la producción del juicio moral.

Tiendo a una conciliación entre los dos grupos, donde las emociones tanto como la existencia de un módulo moral innato, juegan un papel importante en el proceso de emisión de juicios morales[35].  No hay raza humana sin cultura, ni cultura sin ella. Hay una correspondencia intrínseca en el desarrollo de la moral y la cultura, así como en la transmisión de información filogenética que los seres humanos ha ido sintetizando en sus genes.  Venimos equipados con una facultad moral que opera sobre las propiedades causales intencionales y acciones morales,  tiendo a afirmar que los principios fundamentales que nos permiten el desarrollo moral no son explícitos, haciendo hincapié en el desarrollo evolutivo del homo sapiens sapiens en su constitución de ser social y ser moral.  Una pregunta podría hacerse y es si el módulo moral existe y no se da la estimulación cultural pertinente, no hay viabilidad que se desarrolle.

Esto nos lleva a la misma analogía con el lenguaje y la moral, la carencia de estímulo, como el estímulo en sí, produce resultados ampliamente demarcados. ¿Cómo separamos las acciones de las emociones? De la misma manera en que  la variación de nuestras interpretaciones e intuiciones no reflejará un conjunto de normas innatas precisas –a menos que sean empíricamente probadas- ni confirmará únicamente sentimientos aprendidos culturalmente. Hauser señalaría que las emociones juegan un papel causal determinante, pero que debería ser examinado el contenido representacional de las mismas, así como sus bases neuronales. Estamos a la luz de hallazgos empíricos importantes y revolucionarios que sugerirán si es que nuestros circuitos neuronales están críticamente involucrados en el procesamiento emocional y en procesamiento de normas morales.

En relación al ensayo que presenté de Prinz, considero que su lógica argumentativa es débil. He percibido fallas en su lógica, donde analiza silogismos y los compara, sin poder llegar a generalizaciones, es así que Hauser insiste que usa ejemplos extremistas para ello, que podrían caer en las excepciones. Generaliza de sub culturas, incluso lejanas de todo contacto cultural, en este caso, podríamos hablar de sub culturas patologizadas? No puedo afirmarlo.

Se habla de un nativismo templado. Este enfoque muestra que tenemos varios dominios morales innatos, que determinan situaciones que son susceptibles de moralización. Estos dominios contienen esquemas de reglas morales, cuyas variables son ocupadas por la cultura. Estos dominios son universales pero la cultura determina las normas específicas de contenido en cada caso. Es una postura atractiva que nos aleja de una moral universal pero que nos acerca a la variabilidad cultural en cuanto a la conceptualización moral que podría en sí, tener incluso bases innatas.

Considero que Prinz tiene un punto de reflexión, hay una delgada línea entre lo moral y lo cultural Para él, las convenciones culturales determinan el alcance de las prohibiciones de daño.   Análogamente, las reglas aparentemente convencionales tienen una dimensión moral . Podríamos inferir que habrán reglas morales y reglas culturales?. A partir de la distinción entre moral y convencional, nos referimos a dos dimensiones separadas? Esta modularidad funcional podría tener  apoyo nativista, al considerar a las capacidades adquiridas como recursos cognitivos que usan reglas y representaciones. Es importante la apertura de Prinz en reconocer que el aprendizaje vicario es condición previa para el desarrollo de respuestas morales normales.

Por último, si los sistemas morales que heredamos de nuestras comunidades contienen normas que son vestigios de problemas que nuestros antepasados enfrentaron, podemos soslayar que Prinz mismo apoya el nativismo sin decirlo declaradamente.  Si bien Prinz habla de un sub-  producto, reconoce que la moralidad es una herramienta muy flexible, algo que construimos y cambiamos, sin embargo esto no desactiva la posibilidad de un módulo moral, sería un post hoc, o a posteriori. Si es que existe una normatividad teleológica, ésta sería la supervivencia y no la extinción. Lo patologizante sería el exterminio de la raza en sí misma, nuestra naturaleza necesita de genes egoístas, tal como Dawkins sugiere, como una unidad evolutiva frundamental,  necesitamos continuar con la evolución de la naturaleza humana moral. Si bien los nativistas pueden asociar capacidades innatas a adaptaciones y a rasgos seleccionados evolutivamente, este argumento es decisivo para justificar que los valores morales innatos nos salvaguardan y preservan.

Dra. Rosabel Maza                     Nov 2013


[1] PRINZ, Jesse J.  “Is morality innate?”. En: Moral Psychology. Editado  por Walter Sinnott-Armstron. Massachussets: MIT Press. 2008. p. 370.

[2] Investigadores: Cosmides y Tooby , 1992 ; de Waal , 1996 ; Haidt y Joseph , 2004 ; Hauser , 2006 ; Ruse , 1991 ; Sobria y Wilson , 1998 ; Turiel , 2002

[3] Dwyer , 1999 ; Mikhail , 2000 ; Hauser et al. en PRINZ, Op.cit. pg 370.

[4] Gibbard, Blackburn, Nichols, Haidt, D’Armas, Jacobson.

[5] Ejemplo de emoción autodirigida y dirigida hacia los demás: Te sentirías fastidiado si ves que un amigo se cortó el dedo de forma accidental, pero no te sentirías avergonzado o culpable por hacértelo a ti mismo.

[6] Ejemplo de meta-emoción: Si alguien hace algo malo y no se siente culpable, estaríamos acongojados por su conducta y por su falta de remordimiento.

[7] Cleckley, Hare, Patrick, Blair, Kiehl.

[8] PRINZ. Op. cit. p. 372.

[9] Ibíd. p. 375.

[10] Henrich, Bgoyd, Bowles, Camerer, Fehr y Gintis, 2004

[11] PRINZ. Op. cit. p. 377.

[12] Modell y Darr, 2002

[13] Colaboradores: Fiske 1991, Haidt y José 2004, Shweder, Much, Mahapatra y Park, 1997

[14] PRINZ. Op. cit. p. 384.

[15] Turiel 2002 , Song , Smetana and Kim 1987 , Smetana 1995 , Nucci 2001

[16] PRINZ.Op. cit.p. 385.

[17] Ibid. p. 386.

[18] Ibid. p. 387.

[19] Birbaumer , Viet , Lotze , Erb , Hermann , Grodd & Flow 2005 en PRINZ. Op.cit. p. 390.

[20] Patrick , 1994

[21] Lovelace y Gannon , 1999

[22] Stevens , Charman y Blair , 2001 ) Kosson , Suchý , Mayer & Libby, 2002

[23] Moll, de Oliveira – Souza , Bramati y Grafman , 2002

[24] Colby , Kohlberg , Gibbs y Lieberman , 1983

[25] Op.cit. p.397.

[26] Church, 1959; Watanabe y Ono, 1986; Masserman, Wechkin y Terris, 1964 en PRINZ. Op.cit. p.397.

[27] Ibid. p, 401.

[28] Ibid.p. 404.

[29] Ejemplo referido: Evitar golpear  trae consigo poder (Hoffman, 2000), retiro de amor (Goldman & Sripada , 2005) e inducción de angustia empática, aprendizaje por imitación (Sorce et al, 2005), las neuronas espejo traducen la emoción percibida correspondiente a sentimientos emocionales y  aprendizaje asociativo.

[30] Ejemplo referido: No hacer ruido en un restaurante: se expresa con menos ira que golpear,  no se realiza la retirada de amor y, no se usa el aprendizaje vicario ya que aprenden que las normas convencionales son contingentes

[31] Ibid. p. 434.

[32] Ibid. p.435.

[33] Ibid p. 436.

[34] PRINZ. Op. cit. p. 439.

[35] Joshua Greene , filósofo de la Universidad de Harvard postula el híbrido emocionalismo-racionalismo moral. Mediante experimentos conductuales, neuroimágen funcional y otros métodos neurocientíficos investigó que los procesos que dan lugar al juicio moral y a la toma de decisiones tienen un proceso-dual. Dual-process. Estos son formados por procesos automáticos, tanto como reacciones viscerales emocionales además, los juicios son controlados por procesos cognitivos tales como el razonamiento y el autocontrol.

Rosabel M. Maza / Lima, Perú
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