Dra. Rosabel Maza

27. La unión mística, una experiencia personal

Por: Rosabel Maza

27. La Unión Mística -una experiencia personal

San Juan de la Cruz engloba el proyecto y la constatación mística que he interiorizado en el curso de Mística Occidental I.  Su literatura mística es el testimonio del proceso de certeza y convivencia con Dios.  Lo original de su misticismo consistió en simbolizar la <noche oscura> como lo eterno y simbolizar la negación activa del alma a lo sensible, el absoluto vacío espiritual. Pudo, desarrollar desde su experiencia, aquello que la filosofía analítica de Wittgenstein señala: “El sentido, la respuesta, pertenece no al orden del pensamiento, sino a lo inexpresable. Y que lo que es inexpresable, es lo místico[1]. Lo particular en San Juan de la Cruz, es que hace expresable lo inexpresable. Llega, en la cumbre de su iluminación a decir en una copla: “Este saber no sabiendo es de tan alto poder, que los sabios arguyendo jamás le pueden vencer; que no llega su saber a no entender entendiendo, toda ciencia trascendiendo[2]“. Su saber trasciende, haciendo de su lírica el anhelo más grande de lo absoluto.

Su verso muestra las tremendas pruebas que el hombre recibe de Dios para purificarlo, habla de una noche del sentido, una noche del espíritu, situadas al final de la vida purgativa y la vida iluminativa, donde empieza la vía unitiva. Esta vía, es la aspiración última del alma que llega a unirse a Dios, ya no hay distancia, es la realización de su deseo de fusión total con El.

Plotino hace del Uno como el principio último y de la unión con él como el fin de la vida filosófica o espiritual[3]. San Juan encierra el pensamiento de Plotino, al entender su unión mística como el sistema del Uno, que abarca y considera a la totalidad como un conjunto regido por la ley metafísica de la unidad. Particularmente, tengo una predilección personal por esta identificación del ser con el Uno. Siento que San Juan de la Cruz vive la Esencia total, al hallar el Ser, la Esencia en Sí, se integra en el Uno en Sí. Siento que engloba la inteligencia misma, siendo como Plotino señala, a la vez Ser primario y Uno primario en su fusión mística.

Nishida”, (1995)[4] quien elabora el concepto de realidad desde una postura oriental, también concluye que la unión de pensamiento, sentimiento y voluntad es la base del estado de conciencia en que sujeto y objeto forman la realidad, realidad que en la experiencia pura es innegable la existencia de una base espiritual. Lo que fusiona la unidad de espíritu con la naturaleza es aquello que produce la realidad verdadera: la oposición y el conflicto de infinitos y la unidad infinita. Este es Dios, la base de la actividad infinita y de la realidad misma.  Dios es aquello que disuelve la subjetividad y la objetividad, es lo que une espíritu y naturaleza, es el unificador universal y la base de la realidad.

San Juan de la Cruz corrobora la existencia de estas tres vías, que le corresponden las tres potencias clásicas del alma: memoria, entendimiento y voluntad, que se reducen al estado perfecto del silencio, silencio que engloba la mística esperanza. Silencio del entendimiento que es fe y es don. Lo particular en San Juan de la Cruz es el señalamiento del vaciamiento interior y la renuncia de uno mismo , en este perderse a uno mismo, es unirse a Dios, para después ganarse.  Su particular desasimiento es más allá de lo racional, es el acto puro de amor que  nos confronta  a reconocer la esencia misma de su espiritualidad. Ya Certeau [5] nos habla de este acto genuino. San Juan tuvo el coraje de imponerse en una sociedad queno comprendió su impacto. Por ello, del coraje de su ruptura, su polémico esfuerzo en medio de una dialéctica como escenario de su fe.  Su fe nos dio el obsequio de su oración como respuesta y como retorno hacia lo trascendente. Certeau nos revela también a la palabra como reveladora de espiritualidad y corporalidad, pienso igual, que San Juan de la Cruz logra vencer su desolación para dar paso a la luz de Dios: “Dios no deja vacío sin llenar».

Su legado literario, es un campo prolífero de simbolismos. San Juan de la Cruz señala en Monte de la Perfección el camino del ascenso compuesto por dos caminos laterales sin salida. Uno, el mundano, lleno de peligros como :poseer, gozar, saber, consuelo, descanso. EL otro, el espiritual que también presenta peligros: gloria, gozo, saber, consuelo, descanso. Su propuesta, es la conclusión mística del desasimiento: los escalones presentan:  Nada, nada, nada, nada, nada. Dice : ”  En esta desnudez halla el Espíritu su descanso”, sigue diciendoPara venir del todo al todo, has de dejarte del todo en todo”.

Para San Juan, la cima del Monte es la caridad, modo de acceso a la Bienaventuranza eterna, al divino silencio y a la divina sabiduría. En este nivel, también encuentro una síntesis en su pensamiento relacionado al concepto de fe. La fe es la luz que transfigura, la renuncia que pide San Juan, le permite trascender. Es él quien en su libertad accede a un Dios personal que lo hace libre y le permite al Espíritu descanso.

El fundamento de San Juan imprime en la fe el sentido dramático del camino que cada cristiano debe seguir ya que presenta a Dios en un amor exigente que coloca al hombre al incesante enfrentamiento con sus formas, seguirlo y amarlo, supone una unión mística que conlleva a tener una experiencia de ruptura pero al mismo tiempo de coherencia con la verdad del mundo. El planteamiento de San Juan sintetiza la mística como fenómeno humano puesto que transgrede el lenguaje llevándolo al límite, su testimonio es atemporal, sin embargo es tan humano y actual. He sentido un halo liberador en sus poesías que imagino han llegado a mi vida en un momento especial. No podría describir cuán largo ha sido mi caminar en la vía purgativa, tampoco sé si ya tengo el completo acceso a la vida iluminativa, lo que tengo claro es que sí tengo como meta la vía unitiva, para llegar a esa plenitud de la unión con Dios en este mundo. Si tengo una mirada personal, discurre en mí un sentido ascendente. De pronto, la tradición de Dionisio el pseudoAreopagita es aquella que imprime a todos quienes nos acercamos a esta  pregunta: ¿cuál es el camino que debe realizar el espíritu para acceder al Principio de todas las cosas?

Quizás la síntesis es que comulgo en el impulso que San Juan de la Cruz tiene en caminar hacia lo infinito, tener un rumbo esperanzador de llegar a Dios, suponiendo que en el peregrinaje encontraré la luz que me anuncie que estoy cerca a El, tal como fue de revelador su encuentro con San Juan. Espero recorrer el camino fortaleciendo mi fe y llenándome de humildad  para llenarme de Dios. Sé y siento que cada escalón que doy, me lleno de nada, me siento más liviana y sin embargo, sin saberlo , busco la verdad, que cada día se torna más indefinible pero más clara. Mi camino ha sido de avances y retrocesos, de lucha permanente y de confrontación. San Juan será un gran inspirador en muchas próximas tardes soleadas y noches oscuras.


[1] Wittgenstein, Tractatus 6.522  en: http://eprints.ucm.es/8468/1/Tradici%C3%B3n_e_innovaci%C3%B3n_en_Wittgenstein_(4).pdf,

[2] San Juan de la Cruz, Coplas en: http://cvc.cervantes.es/obref/sanjuan/edicion/p_sanlucar/sanlucar_03.htm

[3] Plotino. Sobre el Bien o el Uno. Eneadas  VI 9 (9)

[4] Nishida, Kitaro (1995). La Realidad.

[5] Certeau, Michel, Espiritualidad y Cultura. La debilidad de Creer.

Rosabel M. Maza / Lima, Perú
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