Dra. Rosabel Maza

23. Cosmopolitismo: legitimar nuestra vinculación social – Appiah

Por: Rosabel Maza

23. Cosmopolitismo: legitimar nuestra vinculación social

Podemos empezar por un relativismo que acerca a la teoría de David Hume entendiendo un compromiso cosmopolita con las distintas sociedades humanas.  Sin embargo, Appiah nos lleva a descubrir la distinción que existe entre creencias (cómo es el mundo) y deseos (cómo nos gustaría que fuera). Las adecuaciones son vitales dentro de marcos de razón o sinrazón de creencias, de satisfacción o insatisfacción de deseos, y todo ello nos lleva a considerar que mucho de lo que deseamos, tiene creencias incorporadas. (Cosmopolitismo, pg 48) Es así que los juicios pueden referirse al cómo son las cosas y cómo deben ser.

Esta distinción entre “es” y “deber” nos permite precisar qué deseos establecen los fines que perseguimos, en tanto qué creencias especifican los medios para lograrlos. Todo ello, nos reduce a pensar que los positivistas no creen en los valores, sino en los “hechos”.  Parece difícil separar que algunos valores están fundados por determinados hechos. Y que haya cosas que deseen ser valoradas por todos. Y si los habitantes del mundo son quienes valoran los hechos, por qué no considerar que los deseos básicos diferentes, tengan valores diferentes que serán difíciles de criticar racionalmente.

Appiah hace una fuerte crítica  a la imagen positivista y del mundo que intenta generalizar demasiado rápido a partir de un tipo de creencia. (Cosmopolitismo, pg 53). Si hacemos este tipo de aseveraciones a través de una práctica en particular, ¿qué nos queda de lo universal?, ¿cómo validarlas? El mismo muestra una gran dificultad para certificar verdades universales, creencias y valores, ya que para ello es necesario afirmar argumentos racionales a favor de dichas elecciones, situación que desconoce el positivismo.

Pide acentuar el rescate de los valores, que son quienes guían y configuran nuestros actos, pensamientos y sentimientos. Nuestros actos son respuestas de nuestras preferencias hacia lo que valoramos. Nuestras acciones están llenas de verdad y razón, que configuran nuestras creencias. Además, respondemos en un sentido cosmopolita a la riqueza de los valores. Esta visión exacerba la carga de los valores en los conceptos mismos. El descubre que intrínsecamente los contenidos están impregnados de valor y al actuarlos y repetirlos vamos creando un significado en la comunidad lingüística.  Subraya que el vocabulario moral no es una posesión de un individuo sino que se consagra a través de un consenso social. (Cosmopolitismo, pg 59).

Resalta como un aspecto crucial de la naturaleza humana el uso de un lenguaje axiológico, llámese lenguaje de los valores, en el que se transmiten pensamientos, creencias, historias que dan muestra de las reacciones ante el mundo y de redes de tejido social. Asemeja este lenguaje a una textura dentro de las relaciones en una comunidad.  Todo esta demostración lingüística afina nuestro vocabulario de evaluación y nos alista para ejercer una función en la vida: la de ayudarnos a interactuar juntos.  Por ello, las demostraciones de los valores, se muestran a través de la danza, novelas, folklore, música, escultura, etnografía, pintura… comprometiéndose a un espíritu cosmopolita en el que no necesariamente encontremos consenso, incluso en el disenso todo forma parte de una verdad sobre la vida misma. (Cosmopolitismo, pg 62)

Incorpora un análisis sobre la creencia en brujerías y causas de enfermedades a nivel multicultural, donde se refleja que las creencias parten de las costumbres o de tradiciones de ancestros.  No se trata de algo simbólico, sino de tradiciones que incluyen explicaciones, tanto como las tradiciones lo hacen en las grandes religiones del mundo. Appiah hace un intento por racionalizar estas tradiciones e incluso religiones, siempre con una escéptica mirada respecto a la verdad. Dice, que intentará “mostrar que los valores no son tan volátiles como supone el positivista, como que los hechos no son tan sólidos como parecen. Y que para buscar la verdad, no basta con tener los ojos abiertos y una mente sensata”. (Cosmopolitismo, pg 66)  Propone, una inmersión entre las creencias y la inmersión a la cultura para acercarnos a la verdad: “lo que vemos depende de lo que creemos”. Lo que parece razonable para Appiah, es creer a partir de las ideas que ya tenemos.

No subestima el poder de la razón en la justificación de los hechos, como lo hacen los positivistas, ni de los valores; tampoco sobreestima el poder de la razón en la justificación de las creencias ni de los hechos, sólo que la indeterminación de la evidencia es un problema que intentará en lo sucesivo dilucidar.

“Si lo que consideramos razonable creer depende de lo que ya creemos, entonces no podemos comprobar la “razonabilidad” de todas nuestras creencias. Respondemos a la evidencia nueva a la luz d lo que creemos, y así adquirimos nuevas creencias.” (Cosmopolitismo, pg 72)

Ahora, el hecho que se halla llegado a accesos más refinados de las ideas, es gracias al avance de la razón en el mundo industrializado, y no debido a la existencia de mayores poderes individuales de razonamiento. Además agrega, que coincide con los positivistas en que los métodos de las ciencias naturales no han progresado tanto en la comprensión de los valores como en la comprensión de los hechos. Quizás podamos seguir aprendiendo de otros pueblos, tanto positivamente como negativamente, aunque no necesariamente podremos persuadir a que los demás a llegar a un consenso, no tenemos que tener un acuerdo sobre el universo. Este aspecto valioso nos da la libertad de seguir prometiendo comunicarnos sin necesariamente llegar a acuerdos pero sí a transmisión de culturas y aprendizajes. Esta aproximación es una interpretación hermenéutica de la realidad. Considera que todos tenemos aproximaciones sobre la realidad, y  esa parcela de verdad nos lleva a respetar y no prescindir de la parce la verdades de los otros.

Appiah identifica tres tipos de desacuerdo en relación con los valores (Cosmopolitismo, pg 103) dentro del compromiso cosmopolita. No deja de esperar que se susciten desacuerdos dentro de contextos sociales particulares, agravándose en el caso de un universalismo de ellos.  Concuerda con Walzer en que para intentar encontrar puntos de acuerdo, es apropiado usar conceptos débiles (aquellos que expresan aprobación con aplicación libre: lo bueno es lo que se debe) para luego pasar a los densos (vocabularios evaluativos densamente enredadas en complicaciones de contextos sociales particulares). Si miramos la propuesta de Vattimo sobre la verdad, parecen coincidir al  identificar ambos que la verdad es apertura. Que no existen seguridades y certezas, y que aquello que nos da un panorama universalizable es contingente, puesto que tiene vigencia en su entorno cultural.

El primer desacuerdo entonces, permite tener diversos vocabularios de  evaluación dentro de conversaciones morales. Hace una extensa explicación de costumbres y tabúes africanas, para así tratar de entender la existencia de diferentes maneras de organizar las vidas familiares tanto en occidente como en oriente. Tabúes que son resueltos después de purificaciones, y luego pasa a explicar cómo las infracciones morales no se expían fácilmente. El mundo contemporáneo impone menos respeto a tradiciones y también menos ligazón a formas de identidad que eran más significativas antes.

Acentúa el papel de lo primitivo y lo irracional como factores omnipresentes en nuestras culturas. (Cosmopolitismo, pg 87) Vigoriza el papel de la cultura en la construcción de costumbres y creencias fácticas, incluso en el caso de los valores, considera que la comprensión es un ingrediente predominantemente importante para percibir de qué manera ese valor, podría motivar a otras personas.  Es comprender que los demás no perciben las cosas y entender que ellos tienen también una manera de percibir las suyas. Esto nos lleva a términos de disensión posibles dentro de conversaciones, pues los cosmopolitas suponen vocabularios axiológicos que  permiten debates y exposición de sus propios pensamientos y sentimientos. Haciendo un paralelo con la perspectiva de Lyotard, él también considera que el fundamento de la ética es la relación con las personas. La ética es auto-referencial en el juego de los lenguajes y por ello, busca “sentidos” dentro de la comunicación. Por ello,  en su punto de vista cognoscitivo le da valor al disenso. No se tiene que llegar a una homogenización de significados, lo importante es la legitimación de la vinculación social.

Rosabel M. Maza / Lima, Perú
Consultorio: 999120900 | e-mail: rosabelmaza@gmail.com